No sé escribir.
Y eso es algo que sí sé.
Porque las letras
no son amigas de problemas.
Ni una buena forma
de intentar tumbar las promesas.
No sé escribir.
Ni crear, ni pensar.
Porque para eso está el que sabe
y entre saberes mi mente arde.
No sé escribir.
Porque de haber escrito algo
podría haber evitado el sueño.
Por pesadilla, el deseo.
Definitivo.
No sé escribir.
Ni llorar, ni reir.
Porque tampoco podría mentir.
No sé. Pero lo supe.
El vaticinio del caos.
Que venga, que yo lo noto.
Que sé que el anuncio es obvio.
Que venga, ya, que venga.
Que de esperar, maldita sea.
Maldita sea, la pena.
martes, 23 de febrero de 2010
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