Como cuando te levantas de cama y caminas a tientas hacia la luz de tu habitación. Puede que esté cerca, y tu mano alcance el interruptor, o tal vez debas surcar el mar de tinieblas matutinas para descubrir que no es hora. Aún.
Y te alzas, evadiendo la crueldad de las sábanas que te arrastran y te consignan a tierras de llanto somnoliento. Y caes. Caes. Caes.
Hay veces que decides levantarte y caminar, observar y reir. Volver a andar, cabalgar. Descubrir.
Y sin embargo, cuando te levantas y desvaneces, te atrapas y sucumbes. Te atrae la sombra y la figura de tu silencio. Duermes. Duermes. Duermes. Y pereces.
lunes, 31 de mayo de 2010
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