Anexo '10 (7)

Los hombres crecen para forjar leyendas.

lunes, 29 de marzo de 2010

I fought the angels. (The Delgados.)

Write.
My own scripts to dish the dread
And if I speak out loud
I will have to change the rules
For speaking's out of bounds
If it's practised by a fool.
Escribiré
para creer que me puedo leer
gritar y sentirme oído
sentir que puedo creer
poder leer y oír mis sentidos.
Volveré
al paraíso del que nos echaron
buscando las letras que te prometí
de cuando éramos uno en mis sábanas
de cuando éramos dos en nuestras miradas.
Siento sentirme sentido, a tu vera,
de aquellas veces que, Dios quiera,
te pueda sentir, ángel vencido.
I fought the angels here today
My defeat will end this play.
Esperaré
aliento sobre aliento, de vida,
imperecedero, te siento y te respeto.
Sobre mis labios. En un compartido silencio
de las miradas que los ojos acentúan
en un acto de pecado inverso.
Everybody knows that
We say things we do not mean.
Sin sentido, nuestras caricias
nuestros amagos y nuestras salvas dirigidas.
Everybody knows that
We say things that are unclean.
De tantas cosas que yo pueda decir
de tantas que yo pueda sentir,
tantos sean los ángeles,
de mis victorias, tú y yo,
yo... Yo no vencí.

martes, 23 de marzo de 2010

Te uno 2.0. (Binary Express.).

Yo te uno.
Tú me cero.

Uno al que cero digo,
cero que pido cero, es decir,
uno, por mi, y bien junto, uno.
Uno, uno y más uno.

Pídeme cero, que tal vez uno.
Ojalá te uno lo que más quiera,
pero te cero y te cero,
olvídalo. Uno. Solo uno.

Si quiero uno es no decir uno,
sé que es de cero ser uno,
escondido, pero querido,
uno de cero, y cero de uno.

Si pudiese uno dar, de todo uno,
mi uno, singular, uno de unos,
permítame su cero destapar,
y así uno a tu cero poder dar.

Te escribiré desde uno, muy adentro,
y firmaré con cero, cero y uno,
para recordar mi uno, y tu cero,
vencido; yo te uno y tú...

Tan solo quiero más de eso.
Uno y cero, cero y uno.
Ah. Esto no tiene sentido.
Error del sistema. Dos.

sábado, 20 de marzo de 2010

Fantasías plenas.

Para cuando oprimas el botón,
ya habré partido a un nivel distinto,
donde pueda conseguir un arma perfecta
que te deje clavado en el sitio.

Me haré con el mapa de los sentidos,
y exploraré un mundo deshinibido,
con fuerza y augusta constitución,
no habrá enemigo imbatido.

Pediré a las hadas que me apoyen,
y que de su magia los vientos me guíen,
tras la pista de la última mazmorra,
y de su enemigo final: tu y yo a solas.

Será una lucha ilusoria,
de la cual uno saldrá en victoria,
el otro a expensas sin gloria,
tras escupir el último trozo de escoria.

Lucharemos hasta el fin de los tiempos
acompañados de dragones, y sus fuegos,
Imperecederos, no envejeceremos,
aun si demos con los huesos en el suelo (moriremos).

Y me haré con el control de todo tu cuerpo
tu alma, tus ojos, tus tierras, tu sortilegio.
Y forjaré un arma más perfecta que la suya,
pues de volver a encontrarte, volver a desafiarte.

Que sea guerra, que sea batalla,
que sea lucha, que el deseo rompa en metralla.
Herida que la dejas, que muera,
en su mundo, de fantasías plenas.

lunes, 15 de marzo de 2010

Amaga tormenta.

Deduje,
de mi pesar,
una fórmula que pudiese explicar,
con exactitud,
el contenido de perfección
que de tu cuerpo destilabas.
Sonreí,
contento,
a descubrirte desnuda
ante la lógica y fría razón
que me inspirabas.

Clamé,
tan solo un momento,
por una hipótesis correcta,
que explicase con certeza
la verdadera esencia de tu belleza.
Descubrí,
fue sorpresa,
que tan solo quería de ti una respuesta,
una razón, un argumento que me diera
a entender: "Haz lo que quieras".

Grité,
a los cuatro vientos,
diérame el nombre de sus primaveras,
de tenerlas conmigo, confirmado,
rotas confiase yo mis grebas.
Callé,
correcto,
por verificar el vocablo dado,
sonreir, y querer y mentir,
juzgado por comprender, perdido, por desistir.

lunes, 8 de marzo de 2010

Ángel, es mío.

Era un ángel esquivo, dichoso él,
de rostro pálido, azul y albino,
delgados brazos, piel de limo.
Aspecto de nube, libre, no deforme
y fino, como la delgada línea del horizonte.
Acorralado entre sábanas de franela,
de mi cama y una estatua de cera,
era un ángel cautivo, de delgados labios de arena.
Tenía alas atadas con esparadrapo,
y una herida dividiendo su medio pecho
cosida de cuerdas de esparto.
Abría los ojos, de reflejos calinos,
y los entrecerraba: oculta la poca luz,
y se dormía, presa de su propio destino.
Una lanza clavada en el nacimiento
de su flor primaveral, un hierro candente
que un estigma de sal quería dejar.
Y una costra quebrada, de azufre,
de rojo para quemar, fundente,
entre sus labios de metal.
Suave, y resbaladizo, ser hielo,
ser vencido, parte de un invierno lascivo,
él te mira altivo, deshinibido,
después de tres o cuatro copas de vino.
El ángel ha caído, entre mis sábanas, rendido,
y no despertará, hasta que mi cigarrillo haya prendido...