A lo largo de mi vida,
he conocido a muchas personas.
Todas ellas han dejado un estigma,
una flor, o una amarga pesadilla.
Cada una de esas personas
ha rociado un granito,
aunque sea de sal yodada y pimienta,
en mi augusta tumba de arena.
Muchas de esas personas
me han hablado de mil sendas,
me han confiado sus secretos,
y me han mostrado fantasías sin penas.
Otras personas, otras más,
se han despedido del mar,
del cielo, la tierra y el viento,
con un puñal en las venas.
Pero todas aquellas personas
han abandonado su nombre
y han firmado con plata
en mi vieja sala de estar.
Todas ellas son iguales.
Todas ellas conocen mi tortura.
Todas ellas firmaron a la vez.
Todas ellas son iguales.
Putas.
sábado, 30 de enero de 2010
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